2 de marzo de 2009

NO TE DIGO NA Y TE LO DIGO TO: PE (Y EL CINE ESPAÑOL)


Te lo voy a contar de pe a pa. No sé de dónde vendrá esa expresión, pero a mí, Penélope Cruz, ni fu ni fa. Otra cosa es el cine español, Ese que se escribe con eñe de truño y que para ganar premios pasa de la eñe a la ce de Truco del manco en menos que canta un decorado de Gutiérrez Aragón.

Porque quién duda que Soderbergh es de Soria, como su propio nombre indica, de los Soderbergh de toda la vida, y así le damos un goya y ya está.

Porque quién duda de que Woody Allen sólo estuvo en Manhattan en viaje combinado de 10 días, hotel céntrico, vistas panorámicas de noche y visita a iglesia con coro de gospel en Harlem. Woody Allen es de la parte del barrio de Gracia de siempre, de los Allen de la burguesía barcelonesa, y por eso, si no le damos un goya, le damos una nominación y el pobre, que está empezando, se va tan contento a su Barcelona natal.

Ahora Penélope Cruz gana un óscar y todos estamos muy orgullosos del cine español de Alcobendas, que es como la New Jersey de Madrid, desde donde se ve el skyline de la Castellana, nuestro Manhattan alargado y achatado por los polos. Y ella sube muy contenta a recoger el premio como si fuera una Audrey Hepburn del siglo XXI, sólo que Audrey había trabajado con Stanley Donen y Billy Wilder y Pe ha tenido que bregar con Álvaro Fernández Almero, lo que no deja de tener mucho más mérito.

Pero también hablemos del futuro: Soderbergh y Woody Allen continuarán llevando con orgullo el pabellón español a los cinco continentes; Almodóvar rodará por fin en Hollywood la cuarta parte de Terminator, en la que Schwarzenegger descubre su homosexualidad y viaja a Viena a buscar a su madre, que hace encaje de bolillos sentada en la noria del Prater; y todas las películas norteamericanas serán de la guerra civil (americana, por supuesto), en las que habrá muchos confederados repeinados de la falange y Abraham Lincoln, interpretado por Juan Diego Botto, detendrá el primer 23-F de la historia, con la sola ayuda de un teléfono y de su fiel ayudante, el pequeño Obama, que es un inmigrante que llegó a Canarias en patera con sólo 16 años.

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